Testimonios

Micropigmentación Oncológica

Se nota en el resultado la experiencia de los profesionales de la clínica. Muy contentos con el resultado y el trato.
Guille
05/11/2015

Micropigmentación Oncológica

Para este tipo de cosas es importante sentirse arropado por los mejores profesionales. Aunque nunca estuve muy a favor de los tatuajes, he podido ver de cerca cómo pueden cambiar y mejorar la calidad de vida de una persona, aunque las circunstancias sean complicadas. El trato con el paciente es lo que más destacaría de esta clínica.
Lucía P.C.
06/11/2015

Micropigmentación Oncológica

Así empezó todo

Como es mi primera colaboración en el blog os voy a contar quién soy y cuál ha sido mi experiencia para que sepáis por qué me asomo a esta página:

Me llamo María Isabel y he estado enferma de cáncer. En marzo del 2004 (42 años) me diagnosticaron un cáncer de mama y me sometí a la que sería mi primera cirugía. Me extirparon la tumoración y conservé la mama. Empecé el tratamiento de quimioterapia y radioterapia y al acabarlo, en la primera revisión, (enero del 2005) me salieron un poco elevados los marcadores tumorales.

Después de multitud de pruebas me diagnosticaron un cáncer de ovarios, por lo que tuve que pasar nuevamente por el quirófano. Me extirparon todo el aparato reproductor y me sometí a un nuevo tratamiento con sus consiguientes 6 sesiones de quimioterapia…

Todo iba bien hasta que, en las navidades del 2007, se me enrojece un cuadrante de la mama derecha (la sana). En principio, como parecía una mastitis, tomé antibióticos pero no desaparecía. En enero del 2008, después de las correspondientes pruebas, me diagnostican un nuevo cáncer mas grave que los anteriores: un cáncer inflamatorio, y, en palabras del oncólogo, con un dos por ciento de supervivencia… Así que vuelta a la rutina: 6 sesiones de quimioterapia, mastectomía de la mama derecha y un mes y medio de radioterapia. Con el agravante de sufrir una trombosis propiciada por un catéter del reservorio instalado para la quimio.

Cuando pensaba que ya no podía ocurrir nada más, llega diciembre de 2011 y la mama izquierda se enrojece. Saltan, de nuevo, todas las alarmas y todas las pruebas confirman que otra vez tengo un cáncer inflamatorio en la mama que aún conservaba y que, como ya estaba operada y radiada, no había más remedio que extirparla. En febrero del 2012 comienzo un nuevo ciclo de 6 sesiones de quimioterapia y en agosto me someto a otra mastectomía.

En esta operación me llevé varias sorpresas: la primera fue que, después de haberme asegurado el oncólogo que tenía un cáncer inflamatorio (el TAC apuntaba más del noventa por ciento de confirmación) resultó que, al realizar la anatomía patológica de la mama extirpada, el diagnóstico era erróneo y lo que había eran restos del primer cáncer del que me habían operado en el año 2004. La segunda sorpresa fue cuando al segundo día de estar operada y después de encontrarme en perfectas condiciones para marcharme a casa, de pronto siento que no tengo fuerzas y prácticamente no puedo moverme ni andar. La explicación de los médicos que me atendían era que estaba un poco floja de la quimioterapia y la operación.

Me dieron el alta y ahí empezó mi calvario. Cada día que pasaba me sentía peor, apenas podía moverme, me costaba trabajo respirar, me cansaba mucho y los médicos no sabían que pasaba. Al mes de la operación me dio un dolor inmenso en la pierna izquierda y cuando llegué al hospital resulta que tenía un trombo en la pierna que afectó al pulmón y al corazón. Una vez ingresada vieron, por fin, que mi excesivo cansancio no tenía que ver con el cáncer ni con la operación si no que era resultado de la toxicidad producida por la quimioterapia y que me había ocasionado una insuficiencia cardíaca severa. Estuve 9 largos meses en una silla de ruedas, sin aliento para moverme y, en algunos momentos, ni para hablar. No tenía ni fuerzas para ponerme la ropa interior.

Los médicos tenían poca confianza en mi recuperación pero yo estaba segura de que saldría adelante. Trabajé para lograrlo y ahora puedo decir que estoy recuperada aunque no apostaran por ello. Eso sí, el cáncer no me mató pero los efectos secundarios de la quimioterapia me pusieron a las puertas de la muerte.

A los distintos médicos que me han tratado y hecho seguimiento (oncólogos, cardiólogos, internistas…) les asombraba poderosamente mi recuperación e, incluso, algunos que hacían sustituciones, cuando veían mi historial, me miraban extrañados y preguntaban si era yo. Sin embargo, nadie me preguntó si había seguido algún tratamiento distinto al tradicional. Para ellos, mi mejoría era REMISIÓN ESPONTÁNEA de la enfermedad. Para mí, mucho trabajo realizado con mis emociones y con mi vida…

En el próximo post os lo contaré.

Debido al interés del contenido de este testimonio, hemos habilitado un espacio en el blog para que María Isabel pueda seguir compartiendo su experiencia con todos vosotros

María Isabel Fernández Ortega
23/11/2015